Mi sangre en palabras.
Ríos de tinta que sueños surcaban,
Muertes, recuerdos, batallas
Y un lugar donde narrarlas

jueves, 7 de marzo de 2013

Efecto

 
Si una noche al acostarte sientes un pequeño cosquilleo pasar junto a tu pelo, no te asustes. Si notas que tu piel se vuelve ligeramente más cálida, que tu pulso se acelera una décima, que tu corazón bombea la sangre con más fuerza que hace un segundo, no pierdas la tranquilidad.
 
Si notas que algo calma tus malos sueños, que te arropa y te protege, que te calma y te sostiene, incluso cuando nada más lo hace, no te extrañes.
 
Si un día mientras paseas notas elevarse una pequeña corriente de aire, si ver volar una hoja como mecida por un sentimiento, si todo parece inmerso en una especie de situación de dimensión alterada, en la que gobiernan los hechizos y la magia, no te consternes.
 
Si en una tarde de estudio, un sentimiento acaricia tu mejilla, una locura asalta tus pensamientos y una idea cruza sin mirar por la autovía de tu mente, no te preocupes. Si en lo primero en lo que piensas es algo en lo que nunca imaginaste que pensarías, si divagas cuando quieres concentrarte, si percibes que algo te atrae y te despista, no te sobresaltes.
 
Si algo activa las mariposas de tu estómago, si un sin nombre roza la voz de tu conciencia, si un te quiero es sacado de tus labios por una fuerza maravillosa, si las mayores declaraciones de amor toman en tí vida propia. No te sonrojes.
 
No busques fantasmas, ni espíritus. No acuses de todo ello a espectros venidos del más allá, ni a fuerzas que escapen al control de la naturaleza.
 
Es tan sólo el efecto de mis pensamientos, volviendo a tí (una vez más), para hacerte compañía y alegrar mi día.